La Señá Julia con sus sobrinos nietos en la puerta de su casa,. HOY
GENTE DE ANTAÑO
La Taberna de la Señá Julia fue lugar de encuentros de artesanos,jornaleros, propietarios y nobles venidos a menos
CERRÓ A MEDIADOS DE LOS AÑOS 70 DEL PASADO SIGLO ·
La taberna se remonta a finales del siglo XIX y la fundó Serafín Sayago. Tuvo su continuación en 1935 con Benito Sayago - hijo de Serafín- de su mujer Julia Santiago Pérez. Él se encargaba fundamentalmente de la bodega y era la Señá Julia, quien despachaba a la nutrida clientela: a medio día y por la noche el vino y por las mañanas el aguardiente
De todos es conocida en Los Santos la célebre taberna de la 'Señá Julia', donde coincidían tanto braceros del campo como intelectuales de la época e incluso clientes de nobles apellidos pero con bolsillos vacíos. Situada en la antigua calle Rollanes número 3, la taberna tenia adosada una bodega para hacer el vino que luego se consumía.
Asiduos clientes
HOY
La taberna se remonta a finales del siglo XIX y la fundó Serafín Sayago. Tuvo su continuación en 1935 con Benito Sayago - hijo de Serafín- de su mujer Julia Santiago Pérez. Él se encargaba fundamentalmente de la bodega y era la Señá Julia, quien despachaba a la nutrida clientela: a medio día y por la noche el vino y por las mañanas el aguardiente.
«¡Échame una copita de aguardiente Seña Julia que me queda muy buen paladar!»..... Decía una asidua que iba por el cuarto de litro de aguardiente para el marido pero que no perdía la oportunidad de echar un traguito. Eran los menos.
La casa dedicaba al menos dos habitaciones a la taberna y no había sillas – muy pocas- sino bancos para sentarse los corros de clientes que utilizaban botellas de medio litro y se servían con una sola copa de cristal para todos ya estuvieran 2 como si estuvieran 10..
Benito y Julia por tanto la heredaron Serafín- casado con Exaltación- cuando ya no pudo atenderla.
«Recuerdo- dice ahora Rafael Santiago, sobrino de Julia- que a veces le hacían rabiar cuando Serafín estaba imposibilitado y no tenía pelos en la lengua».
El vino peleón se servia en las clásica botellas del anís ya vacías y eran habitualmente de medio litro o tres cuartos. A principio del año había vino tinto y, el resto del año, blanco que se hacía en mayor cantidad en la bodega donde, hasta no hacer tanto tiempo, se conservaban los conos y tinajas y toda la maquinaria que era de madera. Las variedades de uva que se pisaban en la bodega eran Eva- Beba de Los Santos, Cartera, Cayetana, Morisca y algo de negra para el tinto.
La uva era fundamentalmente de las parcelas de los hermanos Pachón Salas y Antonio Abad Garay…Los Palancos….
La taberna de Julia- y suponemos que antes la de su suegro Serafín- abría a las siete de la mañana, para recibir a los jornaleros que primero iban a contratarse en la plaza y luego era el manijero quien invitaba en la taberna antes de marcharse al campo. Una copa como un dedal en forma de campaña que calentaba el gañote.
Por la taberna pasaron personajes de todas las clases sociales. De los primeros años eran habituales Manolito Aguilar (Macaco), Antonio Magro, 'el Padrino' , que era hortelano, Saturio, Basilio Gordillo, Antonio el Piporro, Andrés el Pelao, Luis Tovar y sus empleados del campo o José María Carrasco y sus obreros de la fábrica de harinas y panificadora 'La Victoria'. También acudía a diario Antonio Ulloa, oficinista de la otra fábrica de pan la Estrella, de Tobalo; Julio Llerena, un intelectual que daba clases de latín e historia en la academia de Don Cayetano, los maestros de enseñanzas Miguel Garrido y Antonio Calvo. Pintores como Luis Gordillo, el sargento Marquina o Rafaelito 'tabernillas' empleado del Ayuntamiento.
También acudían los herreros cuando se juntaban varios para encajar los aros en las ruedas de los carros: Marcelo Rodríguez, el maestro Chería, Joaquín el Andaluz o Julio y Ángel Blanco. Los herreros llevaban siempre sed y salían siempre bien caldeados y Charía daba unos 'hipíos' como un lamento cuando llevaba varias copas.
Antonio Magro cantaba las coplas de los carnavales. «Ya viene el tío de las telas/con el libro callejero/ unas le cierran la puerta/ y otras no tienen dinero/ pero llegando el Carnaval / venden la coneja negra / y la gallina jabá»….
Monolito Aguilar hacia las ofrendas: «Ven acá despilfarro, que todo lo despilfarras, siendo hijo de la parra, por qué no te llaman 'parro'…».
Otra reunión grande era la de Juanito Mateo – oficinista en la Hermandad Sindical- 'Gorriato' el del Cine, Pepe Llerena (comerciante),Faustino Guerrero ( encargado de las fincas de Don Sixto Flores) o Felipe Martínez- el sastre- y un policía de Madrid- Elías Sayago- que solo aparecía en la taberna cuando estaba de vacaciones en el pueblo…Isidoro Tibiritas también era otro asiduo y, entre los nobles, el llamado Conde Chaves que no pagaba nunca porque nunca tenía dinero y siempre decía . ¡Tú lo apuntas para cuando venga el capitán!.... El capitán era su hijo que venía de cuando en cuando y pagaba los vinos del padre. El conde bebía un botellín por la mañana y otro por las noches. Vivía cerca de la taberna en la casa que hoy es escuela de música.
En realidad la clientela fija de la taberna iba tanto a mediodía como por las noches.
«La Señá Julia era hermana de mi padre- nos cuenta Rafael Santiago que ahora tiene 86 años- yo empecé a ayudar en la taberna y en la bodega cuando tenía 13 o 14 años. La bodega, cuya maquinaria era totalmente de madera, tenía 4 conos y 10 o doce tinajas. Sacábamos el vino por las espitas en una garrafa de arroba y luego, con una goma, llenábamos las botellas ya limpias…en las tertulias no se hablaba nunca de política…solo de las cosas que hacia cotidianamente cada uno… el campo, las enseñanza, los herreros con sus trabajos…».
Las hortelanas de la época – Natividad Santiago, Isabel la Bacalona, y la Lobata de la huerta de la Mina - llevaban productos de la huerta y algunos quesos que cambiaban por vino para llevarle a los maridos que se quedaban en la huerta y, en cuanto a aperitivos, solo aceitunas- machadas, rayadas o de año que se aliñaban en la propia casa de Julia – y, cuando pasaba su tiempo, altramuces.
En el año 1955 moría el marido de Julia y ella siguió sola en la taberna, con la ayuda de su sobrino, Rafael, hasta mediados de los años 70 en que también moría Julia y con ella terminó la saga de taberneros. Veinte años en solitario gestionando taberna y bodega.
La competencia era poca entre tabernas porque las clientelas o eran fijas o bien se alternaban. De aquella época de la posguerra y hasta bien entrado el franquismo eran la taberna de kla Fariña en la calle Zafra; La Pachona en la calle Santisimo; Estrella Casasola en Vistahermosa y la de Blasa que también estaba en Vistahermosa. Más tardía fue la de Crisanto en la calle Francos.
Las tabernas convivieron mucho tiempo con los bares de la época: Bar Castilla, Bar de Rafaelito Poves, el Extremeñito, el de Labradores y, antes de la Guerra, el Centro Obrero. Más tarde el de Blas…
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.