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El profesor Joaquín Ortiz Hoy
El profesor Joaquín Ortiz se jubila:«Aunque tengo algo cruzado en el pecho, no me da miedo irme»
Opinión: Desde su atalaya de profesor jubilado

El profesor Joaquín Ortiz se jubila:«Aunque tengo algo cruzado en el pecho, no me da miedo irme»

Tras más de veinte años en el Instituto Ezequiel Fernández Santana, llegó la jubilación ·

Ese instituto, en el que he pasado más de veinte años, el nuestro, me ha dado parte de lo que soy, me ha concedido el lujo impagable de un universo de gente interesante, me regaló un rosario interminable de alumnos ejemplares

Joaquín Ortiz

Viernes, 21 de junio 2024, 11:42

Mi jubilación ha sido un fantasma de dos colores que me rondaba desde hace tiempo por los alrededores de los sueños. Los días que se vestía de blanco me ayudaba a mirar con ilusión al futuro, pero los días que se ponía de negro, lo oscurecía todo tanto que no solo me obligaba a hablar casi siempre en pasado, sino que lo veía acercarse con los síntomas de una catástrofe irremediable.

Y a fuerza de días y de más días, acabó llegando. Ha venido con el regusto afable del tiempo libre, pero no solo con eso. También vino para explicarme que se apoderará de mi una mareante sensación de vértigo, que mañana el suelo estará menos firme y que ese es el precio que tengo que pagar por dejar la que siento como mi otra casa, mi instituto.

Sin miedo

Aunque tengo algo cruzado en el pecho, no me da miedo irme, pero me siento tan agradecido por lo vivido, tanto, que me sobrecoge no poder volver a entrar como salí. Sé que me voy de un sitio tan vivo y tan dinámico que, para alimentar de emociones a todos sus inquilinos, se acaba comiendo sus recuerdos, así ha sido hasta ahora, así será de nuevo y esa es la condena de los liberados.

Ortiz se ha jubilado Hoy

Ese instituto, en el que he pasado más de veinte años, el nuestro, me ha dado parte de lo que soy, me ha concedido el lujo impagable de un universo de gente interesante, me regaló un rosario interminable de alumnos ejemplares y me premió con una amalgama de momentos en donde se han mezclado de forma indisoluble, la vocación, la enseñanza, la generosidad, el respeto y, por supuesto, la amistad. Por eso, cuando miro hacia atrás por el rabillo de la memoria, me puede la certeza de que esa casa ha hecho mucho más por mí que lo que yo pudiera hacer por ella nunca.

He estado treinta y cinco años embarcado en la aventura de la educación, he disfrutado tanto del oficio de contar, de explicar, de ayudar , que no solo la he acabado confundiendo con la vida, sino que lo volvería a hacer si volviera a empezar. Por esto y por mil pequeñas cosas más, hoy me concedo la licencia respetuosa de verlo todo un poco en blanco y negro. Mañana, dios dirá.

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