El padre Miguel en una fotografia no muy lejana en el tiempoCerdida
Obituario
Ha muerto el Padre Miguel, creador de 'la academia' y Festivales de España en Los Santos
Estuvo en la parroquia de Los Santos como coadjutor junto a los párrocos Manzano Garías y Muñoz Ramirez ·
Es necesario saber que los vecinos de este pueblo siempre tendremos una deuda con este sacerdote pequeño de estatura pero con una inteligencia y capacidad de acción inconmensurable.
Ha muerto en Madrid- Getafe, donde vivía, Miguel Díaz Coello, el padre Miguel, aquel cura que en los años sesenta recorría el pueblo de punta a punta montado en su moto 'Vespa' con la sotana al viento. El padre Miguel llegó a Los Santos siendo párroco Don Antonio Manzano Garias y luego, a su muerte, ejerció de coadjutor con Don Ángel Muñoz Ramírez. Habia nacido en Burguillos del cerro, donde sigue teniendo familia y estudió en Salamanca.
Es necesario saber que los vecinos de este pueblo siempre tendremos una deuda con este sacerdote pequeño de estatura pero con una inteligencia y capacidad de acción inconmensurable.
La Academia
A él se debe que en Los Santos se creara una academia de enseñanza que llevaba el nombre de Ntra. Sra. de Guadalupe, que ayudó a que muchos jóvenes santeños pudiéramos hacer el bachiller y luego emprender carreras o trabajos que fueron posible gracias a las enseñanzas que obtuvimos de esa academia en la que dieron clase Don Francisco, Don Alfonso, Don Juan Antonio, Don Julio Llerena y, por supuesto, el propio padre Miguel y Don Ángel Muñoz, entre otros.
Una señora alta, tejiendo siempre una prenda de lana, María Fernanda, mantenía el orden en la gran sala de estudios de esta academia situada frente al Cine Monumental.
A Miguel Díaz Coello se debe que en Los Santos se iniciaran los festivales de España con el 'Carro de la alegría' como el inicio de aquel acontecimiento cultural que llenó de brillo a Los Santos.
Fueron otros quienes recogieron el fruto de aquella semilla plantada por el padre Miguel. En 1968 consigue una beca en la Universidad Católica de Washington y tras 3 años de estudio se doctora en literatura española. Más tarde entra a formar parte en Nueva York como profesor en el Banco Mundial.
En EEUU
Allí en Estados Unidos el padre Miguel colgó la sotana, pudo secularizarse. También vivió en un pueblo cercano a Boston y en Miami. Llegó a convertirse en empresario comprando pisos que preparaba y vendía por una suma mayor. El sueño americano de cualquier emigrante.
Sentimentalmente ha tenido sus parejas, no se casó ni ha tenido hijos, pero ha vivido una vida intensa. Especialmente con su mujer con la que ha terminado viviendo en España hasta su muerte.
El confesó muchas veces a sus amigos que se hizo sacerdote «por obedecer a su madre que quería que el niño siguiera ese camino, pero realmente no tenía una firme vocación; con todo, en su etapa de sacerdote en Los Santos, lo fue ejemplar; especialmente volcado con la juventud, en la academia, atendiendo a las monjas del Hospital, haciendo convivencias formando a matrimonio. Digamos que fue un sacerdote eficaz vistiendo siempre su sotana negra, hasta que el Concilio posibilitó el 'cleriman'.
Los Santos en su corazón
Su vinculación a Los Santos de Maimona nunca la perdió y, de una u otra manera, visitaba a sus amigos, muchos, que lo fueron de verdad. Antonio Hernández y su fallecida mujer Pepita fueron amigos grandes amigos y Antonio lloró ayer su ausencia porque el padre Miguel fue su consiliario en los equipos de Nuestra Señora junto, a otros matrimonios, como el de Pablo de Toro.
También han sentido su ausencia las que en aquellos tienmpos de ejercicio del sacerdocio en Los Santos, fueron sus discípulas adolescentes: Marisa, Maritefe, Ana Mari….
El padre Miguel siempre tuvo una estrecha amistad con Rosa Mari y Quiquín y con Celia Vacas a la que enseño a jugar al diábolo. vivió con su hernmana en la calle Sevilla, en la casa de Rosa Marcos y tuvo una asistente fiel, Maria.
Un cura joven lleno de vitalidad que confesaba en el confesionario junto a la capilla del Rosario. En Los santos fue feliz y encontró su hogar.
Querido por los santeños que entonces lo conocieron y mantendrán su vivo recuerdo.
Porque aunque causase sensación que un sacerdote colgara la sotana, no es menos cierto que en un cura secularizado queda un buen poso de humanidad, de sapiencia, de espíritu de atención al más necesitado. Virtudes que nunca se borraron de la naturaleza de este pequeño gran hombre.
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