Ha muerto Leandro Carrasco y se nos va un maestro de la caza, un amigo, un paisano, un ilustre militar
TENIA 98 AÑOS Y CON MÁS DE 90 AÚN SALÍA A CAZAR. ·
En cierta ocasión, cazando con él en el coto de Los Santos me dijo que pedía al Altísimo que su muerte fuera «en una junquera agarrado a mi escopeta Sarasqueta del 12».Ha muerto en Badajoz - rodeado de sus hijos Nanín, Javi, Lupe, Lola y José Pedro- Leandro Carrasco Lemus-98 años- un ilustre militar que condicionaba sus destinos con lugares donde la naturaleza- y por supuesto la caza- fuesen señas de identidad. El último en Cerromuriano, el lugar perfecto para un cazador ,con piernas, entre aquellos montes que rodeaban el Campamento Militar.
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El sepelio a las 11 de la mañana de este lunes 12 de abril en el Tanatorio Puente Real de Badajoz
Se retiró- como coronel del ejército, a principios de los 80, en que pasó a la reserva activa – y antes llegó a ser Juez Militar de Badajoz.
Nunca colgó la escopeta de caza y en estos últimos estallidos de su corazón de hierro – hecho a mil batallas- habrá cazado en su mente, junto a su perra Bruma- que también murió ya hace unos años con 15 cumplidos- y soñando, hasta el último suspiros, con paraísos cazadores.
En cierta ocasión, cazando con él en el coto de Los Santos -al que acudía todos los domingos de la temporada acompañado de su hijo Nanín y Javi ,cazadores como él - me dijo que pedía al Altísimo que su muerte fuera «en una junquera agarrado a mi escopeta Sarasqueta del 12».
Le hubiera gustado morir, así, cazando, y oliendo el frescor del arroyo en una mañana templada de otoño. Tal vez los encinares de la finca Vadesevilla – entre Almendral y Valverde – que tuvo tantos años arrendada uy donde dio sus últimos pasos de cazador en 2015, antes de que un ictus le parase medio cuerpo. Enfermedad que ha sabido llevar con kla entereza de un cristiano a quien se le vio el día antes de su muerte hacer la señal de la cruz ante el sacerdote que le asistía.
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Ahora, Leandro ya está junto a aquellos que fueron sus compañeros, en eternas jornadas cazadoras en Los Santos. Con su inseparable amigo Pepe Tovar y, a veces, muchas veces, enrolado en la partida del maestro Poves (con Marcos, el boticario, Chinote, Juan Felipe…)… y más tarde con el Chancleto o Manolo Ferret…y con su sobrino Carlos, con mi hermano Santiago, Antonio Martínez, Antonio Gómez…. Su pasión por la caza era inmensa y ha estado presente en varias generaciones de cazadores.
En su diario de un cazador - escrito a mano y mantenido hasta el último día en que salió a cazar con más de 90 año – se relatan aquellas gloriosas cacerías con las perchas conseguidas y los parajes pateados…. La Corcová, El Chapín…Cabrera…Sierra Gorda…El Potril…Sierra de Cabrera. Y con sus protagonistas, que han quedado inmortalizados en antiguas fotografías pegadas en los numerosos tomos que completan este trabajo de la vida de un cazador que siempre fue un señor en el campo.
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En los últimos años de su vida en la finca Valdesevilla, cerca de Badajoz, con sus hijos, pero sin perder de vista los lugares que siempre le atraían en Los Santos: Salir cazando desde la huerta de su sobrino Carlos Alvarez y no parar hasta que le dejaran.
Con 90 cumplidos estuve cazando con él o al menos lo veía desayunar en la Cafetería de la BP y luego comer con sus hijos, tras una jornada en el coto del pueblo. Seguro que recordaría, cada vez que entraba por la carretera de Badajoz, a la madrina Estrella Lemus y la casa donde, de joven, paso tantas horas de felicidad y a cuya calle Teniente Valle, tenía tanta querencia hasta que Estrella murió.
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Leandro Carrasco- Leandrín para sus viejos camaradas de caza- ya no está entre nosotros, pero con su marcha ha dejado un reguero de recuerdos, de anécdotas y de enseñanzas, por una manera de cazar que nada tiene que ver con la de ahora. Le dio a todos los palos: a la tórtola en verano, a los patos, a las aves viajeras de invierno…y siempre al salto, de poder a poder, dando espacio a la caza para su defensa. Un enamorado de la naturaleza a la que respetó siempre y con la que se entendió a las mil maravillas. Con su aspecto enjuto- con sombra alargada- de cazador antiguo, de amplia zancada, vista puesta en el horizonte, elegante a la hora del paso a paso…siempre con su ya vieja escopeta paralela del doce.
Se nos ha ido un maestro, un amigo, un paisano. Un personaje para enmarcar en nuestros recuerdos de cazador; pero también lo lloran como padre y abuelo amate de su familia con la que ha compartido sus destinos de militar, sus alegrías y sus penas, siempre con cercanía, con cariño…Dos tiros al aire en señal de respeto y recuerdo. Adiós Leandro
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