Mema Parra: «Ser ermitaña de la Virgen de la Estrella es para mí un sueño hecho realidad»
ES LA NUEVA ERMITAÑA DESDE ENERO ·
«Ser ermitaña me ha supuesto una alegría muy grande, me ha cambiado la vida y me da una libertad y seguridad que antes no tenía», dice Mema, quien hasta ese momento había trabajado asistiendo a personas mayores y en servicios de limpieza.
Anselma Parra Vázquez es desde el pasado 1 de enero ermitaña de la Virgen de la Estrella, tras la jubilación de su antecesora en el cargo durante 28 años, Manoli Lavado Roblas.
«Ser ermitaña de la Virgen de la Estrella es algo que desde siempre me ha hecho mucha ilusión, era mi sueño, pero nunca imaginé que algún día llegaría a serlo», dice Mema, nombre por el que muchos la conocen.
Llegado el momento, ella misma se propuso a la junta directiva de la Hermandad de la Virgen de la Estrella para optar al puesto. «Tuve que realizar una entrevista con el mayordomo, Francisco Murillo, algunas camareras y varios miembros de la junta directiva, finalmente fui seleccionada y para mí es un enorme orgullo y una gran responsabilidad», asegura la nueva ermitaña.
Anselma, antes de ser nombrada oficialmente, ya había colaborado con la hermandad en algunas ocasiones, cubriendo la baja de la anterior ermitaña y en la festividad de la Patrona, haciéndose cargo de los servicios. Ahora, ya junto a la Virgen, algunos de sus cometidos son la limpieza del recinto de la ermita (santuario, patio, museo y jardín), su vigilancia, así como la apertura y cierre de la ermita. «Mi día comienza a las 7.30 horas, que ahora es cuando se abren las puertas, luego continúo con las labores de limpieza y mantenimiento, atiendo a quien me requiere, hasta que se cierra la ermita».
El ser ermitaña de la Virgen, implica el cambio de vivienda, ya que su familia, su marido y uno de sus tres hijos que aún vive con el matrimonio, han tenido que trasladarse a la casa junto al santuario y dejar su hogar de toda la vida, algo a lo que dice, se han «amoldado a la perfección». Su familia le ayuda, sobre todo en las labores de vigilancia, «la casa nunca está sola, siempre estamos alguno aquí. Este trabajo te exige mucho, pero no implica que no puedas moverte, yo tengo mi tiempo de descanso también para dedicarme a mis cosas, responsabilidades y aficiones».
«Ser ermitaña me ha supuesto una alegría muy grande, me ha cambiado la vida y me da una libertad y seguridad que antes no tenía», dice Mema, quien hasta ese momento había trabajado asistiendo a personas mayores y en servicios de limpieza.
Asegura Anselma que aún le quedan cosas por aprender o mejorar, «solo llevo cinco meses aquí, pero tanto Manoli, la anterior ermitaña, como la junta de gobierno de la Virgen me han ayudado y me están ayudando mucho, es algo que tengo que agradecer», finaliza la ermitaña.
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