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Julio Blanco Lucio Poves
Julio Blanco cumplirá 96 años:«He trabajado 53 años como herrero desde el amanecer hasta hacerse de noche»
GENTES CERCANAS

Julio Blanco cumplirá 96 años:«He trabajado 53 años como herrero desde el amanecer hasta hacerse de noche»

FUÉ UNA DE LOS HERREROS IMPORTANTES DEL PUEBLO ·

Tiene un hermano mayor que vive en Portugalete, recuerda la guerra civil, sus tiempos de mili en Tablada y cómo, desde los 12 años, trabajó en la herreria de su padre. Goza de una buena salud y solo toma una pastilla para controlar la tensión.

Jueves, 26 de septiembre 2019, 10:47

En enero cumplirá los 96 años y está como una rosa. Julio Blanco Aguilar es un hombre activo a pesar de su larga edad. Con una memoria prodigiosa, lo vemos a diario en el Hogar de Mayores jugando su partida de cartas, leyendo el periódico y, junto a sus amigos Resti Monje y Antonio el ex subteniente de la Guardia Civil, tomándose unas copitas de vinos. También suelen ir a otros bares de la zona centro donde vive con su hija: el bar de la Casa de la Cultura y las Barandas. Le gustan los libros relacionados con la guerra civil.

Julio Blanco nació en una familia de herreros de los de antes, forjadores de hierros y de ideas a golpes de martillo sobre el material maleable e incandescente, rojo, recién salido de la fragua. Aquellos que sabían luego templar en el agua.

«Fui a la escuela de los 'cagones' con el Maestro Tena y luego a la de Don Antolín – una de las tres escuelas que había en el pueblo antes de la guerra-donde aprendí las cuatro reglas porque, a los 12 años, ya estaba en la herrería de mi padre. Allí los horarios eran duros; empezábamos de noche y acabábamos de noche. Y se trabajaba hasta los domingos, porque había que reparar el material de la gente del campo para que estuviera listo para el día siguiente».

Su padre, Ciriaco, era de origen zamorano, aunque nació en Los Santos y su herrería estaba situada en la calle Cánovas del Castillo, antes Botica y después Blanco Marín. Ahora la calle se llama Vía de la Plata.

En esa herrería hacían de todo: desde arreglos de aperos del campo hasta verjas, balcones…todo lo relacionado con la forja artística.

«La baranda de lo que fue bar Castilla, que todavía se conserva, la hice en mi taller y muchas puertas de entada a las casas y verjas de ventanas…»- Nos dice Julio orgulloso de su trabajo artesanal.

En esa fragua aprendió él, que era el más chico, y el resto de los hermanos varones

«Éramos tres hembras y 4 varones, uno de ellos, Ángel, con 98 años, vive en Portugalete y a veces voy a verlo; al mayor lo mataron en la guerra en el frente de Guadalajara, era sargento».

Sus hermanos fueron tomando otros derroteros y se quedó solo trabajando con su padre en la fragua y más tarde, ya casado con Estrella Galea y muerto el padre, montó su taller en la plazuela de Prim con la casa dando para la calle San Lorenzo – entonces calle Nueva-

«Allí he pasado mi vida y he criado a mis hijos y he hecho un trabajo artesanal y manual del que me siento muy orgullosos»- nos dice este hombre que ha estado trabajando 53 años y que enseñó a muchos jóvenes trabajadores en su fragua.

Tiene cuatro hijos- Ángel, Mode, Luis y Estrella- y solo uno, Luis, siguió la tradición familiar trasladando el taller a otro sitio del pueblo; pero pronto, un tribunal médico consideró que no debía trabajar más y se jubiló; la fragua de la familia- últimamente en la Charca- dejó de funcionar. Ahora el local lo tiene su hijo arrendando. La saga familiar se acabó, como otros tantos oficios artesanales en el pueblo.

Con Julio Blanco uno se lo pasa de maravilla, porque es un buen conversador y contador de historias de su vida.

Y se acuerda de Don Ezequiel al que conoció en las catequesis, cuando era muy niño: «me retorcía la oreja con cariño y me acuerdo de su figura aunque fueron mis hermanos mayores quienes fueron a sus escuelas».

Una de las conversaciones también habituales, son las referidas a la Guerra. Él tenía 12 años.

«En la guerra yo era muy chico pero me daba cuenta de lo que pasaba: me acuerdo de los aviones aquél 5 de agosto, en mi casa, todos escondidos hasta en un sótano….. y los aviones que bombardearon el pueblo…una bomba cayó en el comercio de Antonio el de Demetria… me acuerdo de las tropas de legionarios y moros entrando en el pueblo…. Nos mandaron que apagáramos las luces y abriéramos las puertas de par en par…las que no estaban abiertas las mandaron descerrajar, y mi padre tuvo que hacer ese trabajo y yo le alumbraba con un candil …..Vi muchas cosas de las que es mejor no hablar pero que mantengo muy vivas en mi memoria».

Y claro que habla de la mili que la hizo en Tablada, en aviación

«Me fui voluntario a Tablada con mi primo Juan Aguilar – 8 de julio de 1944- por mi quinta y, mientras hacíamos la instrucción, me acuerdo que nos teníamos que tirar cuerpo a tierra porque aterrizaban los aviones en la base por encima de nosotros».

Y cuando le preguntamos cómo era el pueblo antes y como es ahora, se pone las manos en la cabeza

«Casi todas las calles eran de tierra, y las casas también de tierra, algunas con baldosas que hacían aquí en el horno. Y no había puertas en las habitaciones sino cortinas…Yo he visto crecer el pueblo y ahora es el doble de cuando yo era joven. He visto como crecía por la zona de Vistahermosa, la Aldeíta, Cortinal de los Toros…las casa nuevas…en fin más de medio pueblo que antes no existía»

Y también habla de sus diversiones en la juventud. Conoció la transformación del Centro Obrero en Cine España.

«Lo hicieron tres socios y el centro obrero se trasladó a la calle que hoy se llama Teniente General García Montaño…me acuerdo que en la época de la guerra llegaron al pueblo un grupo de italianos que bailaban con las mozas en dicho centro que luego desapareció…Íbamos al Cine España- Lo regentaban los Gorriatos- y al baile en el Chaleco que llevaba tu tío Rafael Poves que tocaba el piano y el violín, Morera el bombo y Carcaña también el violín…tuve varias novias hasta que conocí a Estrella con la que me casé»- recuerda Julio.

Y nos cuenta que se fue a Madrid de viaje de novios- cosa que no se estilaba por entonces- donde tenía varios primos.

«Me case en el año 1953, el día 24 de octubre, San Rafael, y por aquella época casi ninguno de los que nos casamos se iban de viaje».

Julio ha pasado por el quirófano en varias ocasiones para cosas lógicas de un desgaste que, de momento, no le afecta ni a su movilidad ni a su memoria.

«Me he operado de cataratas en los dos ojos, de hernia, de fístula, cuando estaba en la mili, y de la columna; pero estoy muy bien, me hago un chequeo todos los años y mis controles y solo tomo una pastilla para controlar la tensión».

Julio se hace acompañar de un bastón y mantiene una vejez saludable y activa... ¡no se le puede pedir más a la vida…!

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