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José tras la barra en el del Paraíso Archivo familia
José Roncero creó el 'Paraíso' e hizo famosas aquellas sardinas inolvidables
Gente Cercana que ya no está

José Roncero creó el 'Paraíso' e hizo famosas aquellas sardinas inolvidables

El bar el Paraíso estuvo abierto desde 1960 hasta 1993 ·

Todavía en las dos casas de El Paraíso se conserva el número del bar mientras los jaramagos tapan el 'llano' donde se colocaban los veladores

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Domingo, 8 de septiembre 2024, 11:14

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Cualquier santeño de mediana edad ha oído hablar o conoció 'El Paraíso', ese lugar donde las sardinas sabían a gloria y donde el dueño del bar, José, rebosaba simpatía. José Roncero García, apodaron desde joven como 'el Portugués', porque el día que se tenía que ir a la mili, muy apegado a la madre, sollozaba antes de subir al tren, con unas palabras ininteligibles.

La Huerta

José se crió en una huerta – la de la Nava- y llegó a ser un buen hortelano. Su padre, que estaba al frente de la misma, también trabajaba como jornalero. Gente humilde de Los Santos, trabajadora que se hacía querer en aquellos años difíciles de la posguerra.

Tras volver de la mili, José se casó con Emilia Lavado Ortiz y tuvieron tres hijas – María José, Puri y Luisa- que pudieron haber sido seis si el destino no se hubiera interpuesto con dos abortos y una pequeña que murió con pocos años. A la misma hora que estaba naciendo Puri en la casa familiar del Paraíso su hermanita estaba muriendo en Badajoz. El mismo día y casi a la misma hora en el año 1969.

Siempre en el bar Archivo

El Paraíso desde 1960

El bar el Paraíso estuvo abierto desde 1960 hasta 1993. María José, otra de las hijas de José, describe con detalle el lugar.

«Eran dos casas en el mismo edificio y mis padres lo arrendaron a una familia de Almendralejo por tres mil pesetas de la época. Formaba parte de otras construcciones cercanas como la bodega de enfrente. Nuestra casa tenía un salón, dos habitaciones y cocina y el bar era como otra casa que ocupaba la barra, la cocina y dos habitaciones donde mi padre guardaba la bebida».

Las sardinas eran el plato estrella que comían muchos de los viajeros y camioneros que circulaban por esta carretera, en cuya construcción trabajó el propio José. Una carretera nueva que evitaba que la N-630, Mérida- Sevilla, entrara a Los Santos donde convergía con la Badajoz Granada antes que se hiciera la prolongación desde el Cruce del Rincón hasta Zafra.

El caso es que la nueva carretera de la Nava permitía un tráfico abundante de vehículos y el negocio de José el Portugués iba viento en popa. Pero como el local se puso de moda, por sus sardinas, muchos vecinos de Los Santos acudían a comerlas.

Junto a su Paraíso Cedida

«Lo fundamental eran las sardinas que se hacían a la plancha en la cocina y luego la ensalada. A veces también montados de lomo y algunas tortillas de patatas», señalan ambas hijas y recuerdan que las sardinas se vendían a 25 pesetas.

«Hasta extranjeros se paraban y muchos camioneros a los que nuestro padre, generoso siempre, ofrecía el plato caliente que aquel día había preparado mi madre para la familia y se lo ofrecía y luego no se lo cobraba»,

«Nuestro padre tenía un gran corazón y siempre ayudó a quienes lo necesitaban… hasta a los que hacían autostop, le daba de nuestro cocido de garbanzos», señalan.

Su simpatía

Otra de las virtudes que sus hijas destacan en José, era la simpatía

«Nunca lo vimos enfadados, siempre con una sonrisa en la boca. De ello pueden dar fe las hortelanas de la plaza de abastos donde cada día compraba y los empleados del bar donde todos los días, se paraba a tomar el café. Al Paraíso volvía sobre las once de la mañana y, a partir de ahí las puertas del bar no se cerraban nunca hasta que terminaba el ultimo cliente, a veces de madrugada».

Las sardinas se las dejaban, también de madrugada, los conductores de los camiones del pescado que pasaban por ahí: bien los que venían de Cádiz, Huelva y Málaga o los del norte»• Cajas enteras de sardinas frescas antes de llegar a los mercados.

La mujer de José, Emilia, era ferroviaria, como el padre, el abuelo Antonio: Emilia tenía encomendado el paso a nivel de la Nava- que ahora lo sobrepasa un puente. Luego le dieron otro que vigilar.

Atendiendo en el Llano Cedida

«Cuando madre terminaba su trabajo de ferroviaria se iba al Paraíso, y se metía en el bar a ayudar en la cocina a mi padre», señalan

El negocio era familiar y sobre todo María José cogía la bandeja para atender en el 'llano' a los clientes.

«El agua la teníamos que acarrear desde la fuente que manaba al lado de las vías del tren, cerca de la estación, y teníamos que atravesar la carretera. Casi desde el principio, tuvimos luz eléctrica en el Paraiso. Cuando el Ayuntamiento hizo el pozo de la Faneguita el manantial, como muchos otros, se secó pero la conducción de agua pasaba por debajo de nuestro 'llano' en el Paraíso y también tuvimos agua corriente», explican

El Cordobés

Ni que decir tiene que entre los automovilistas que se paraban en el Paraiso los había famosos y especialmente algunos toreros como El Cordobés, entró más de una vez en el Paraíso y quedó más que conforme.

«Cuando un día pasó camino de una ciudad a torear, se paró y de vuelta nos hizo un regalo», recuerdan las hijas

Las paredes del Paraíso, como venta que se preciara, estaba llena de fotografías que han desaparecido porque José «lo dio todo» según cuentan las hijas.

Todavía en las dos casas de El Paraíso se conserva el número del bar mientras los jaramagos tapan el 'llano' donde se colocaban los veladores. El tiempo ha vencido a este icónico lugar de Los Santos donde las sardinas eran el plato estrella y José, el Portugués, el talismán que, con su simpatía, atraía a todos. Un día hizo correr la voz en el pueblo de que iba a pasar el Cordobés a una determinada hora…y aquello se le llenó.

Cada vez que veo a su nieto Abel con una bandeja en la mano, recuerdo la abierta sonrisa y la cara de ojos achinados de José el del Paraíso

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