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La familia garay- Hernández pasa unos días en su pueblo Lucio
José Garay: «Mi madre nunca quiso vender la casa del pueblo por si teniamos que volver de Bilbao»
Emigrantes en vacaciones

José Garay: «Mi madre nunca quiso vender la casa del pueblo por si teniamos que volver de Bilbao»

La familia Garay- Hernández se fué a Bilbao a finales de lo años 60 y cerró su casa de la calle San Bartolomé ·

«Primero emigraron mis hermanos mayores y luego yo con la niña más chica, la Luisa, que entonces tenía unos 13 años; yo solo tenía 10 y a los dos nos colocaron en un autobús, solos, sin nadie a nuestro cargo más que las personas mayores que viajaban en él«. Señala José Garay

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Martes, 15 de agosto 2023, 11:51

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Agosto sigue siendo el mes que por excelencia escogen los santeños ausentes del pueblo para acudir a sus raíces y enseñarlas a sus hijos y nietos que nacieron lejos de esta tierra. En donde vivían, como eran sus casas y las calles donde crecieron, las escuelas, sus maestros, lejos de las grandes urbes donde ahora, por aquello de la emigración, viven empujados por la emigración que hizo grandes a esa poderosas ciudades del norte y más pequeños si cabe a los pueblos que tuvieron que dejar.

En los Santos, la mayoría de emigrantes lo hizo a Calella (Barcerlona) pero otros muchos se asentaron en las zonas industriales de Bilbao. Dejaron el arado para trabajar en grandes empresas del metal.

Consuelo y José son hermanos Lucio Poves

Volviendo al pueblo

En una terraza, junto a la Iglesia Parroquial, nos encontramos a una amplia familia que pasa unos días su casa familiar de Los Santos. En la calle san Bartolomé conocida antaño como el cabezo de la 'Horca'.

Es la familia de José Garay Hernández- prejubilado del sector del metal en Bilbao, con 64 años- hijo de Manuel Garay y de Marcelina Hernández. Y como en Los Santos en aquellas fechas de la postguerra se usaban mucho los motes, diremos como referencia que a Manuel le llamaban el 'Euclo' y a Marcelina la 'Liebre'. Cosas de los pueblos.

Si ponernos el calendario en los finales de los años sesenta, cuando en Los Santos se celebraban Festivales de España y Fiestas de la vendimia, algunas familias no estaban para mucho folklore y tomaban la maleta de cartón rumbo a otros aires que les dieran la suficiencia económica que aquí no tenían.

«Teníamos la casa, donde vivíamos y que ahora es de mi propiedad al adquirir la parte a mis hermanos. Mi madre nunca quiso venderla, por si acaso las cosas iban mal en Bilbao y teníamos que volver al pueblo».

Nuevas raíces en Bilbao

Pero eso no ocurrió y la familia Garay- Hernández se asentó en Bilbao y allí volvieron a formar una familia, mezcla de sangres con gente que también vivía en la gran urbe del País Vasco.

«Primero emigraron mis hermanos mayores y luego yo con la niña más chica, la Luisa, que entonces tenía unos 13 años; yo solo tenía 10 y a los dos nos colocaron en un autobús, solos, sin nadie a nuestro cargo más que las personas mayores que viajaban en él. Así pusimos rumbo a Bilbao dejando nuestro pueblo. Más adelante se fueron mis padres y mi abuela Esperanza, la pobrecita ya ciega, cerrando la casa de la calle San Bartolomé»

Cerrar esa puerta debió constituir una tremenda pena `para esta familia porque allí se guardaba su historia vital. De alegrías y de penas. Pero era su historia, que ahora deberían reescribir muy lejos de Extremadura. Una familia entera a la emigración, como otras muchas en Los Santos, porque aquí no tenían futuro.

«Yo estaba en la escuela de Don Antonio Calvo, siempre con la palmeta en la mano pegándonos o tirándonos de las orejas…no sé qué tenía ese hombre con tan mala leche»- señala ahora José Garay, quien está feliz en Los Santos con su familia- 2 hijos y dos nietos- y circunstancialmente su hermana Consuelo – 74 años- que también vive en Bilbao, pero que este mes de agosto lo pasa con su hija en Sevilla y se ha acercado a Los Santos a pasar el día con su hermano y sobrinos.

«Yo ni siquiera aprendí en la escuela- añade Consuelo- porque me puse a cuidar niños en las casas del pueblo. Me fui a Bilbao con mis hermanos y allí he formado una familia y soy muy feliz. Pero mi tierra me tira y nunca he olvidado mis raíces».

José Garay también sigue enamorado de su pueblo al que acude con cierta frecuencia durante el año para mantener atendida la casa y luego, en verano, pasar unas semanas con toda la familia: sus 2 hijos y dos nietos.

«El pueblo ha ido cambiando, ha evolucionado para mejor, hay más coches, pero todavía se aparca relativamente bien; no como en Bilbao desde luego. La casa que nunca quiso vender mi madre, ahora nos une. Ya ves aquí está ahora mi hermana consuelo y su marido…en fin esd algo que nos agarra a esta tierra. Si no la tuviésemos es difícil que volviéramos con cierta frecuencia». Termina diciendo José

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