Elvira durante la entrevista en casa de su hija Mari Carmen Munuera ROBERT RANSLEY
EL CENTENARIO DE UNA MUJER VITALISTA
Elvira Ortega cumple 100 años:«No me parece que tenga tanta edad porque mi mente sigue activa»
LA PRÓXIMA SEMANA CUMPLE SU CENTENARIO, TAN COQUETA COMO SIEMPRE. ·
Elvira Ortega, nació en Pueblonuevo (Cordoba) y llegó a Los Santos cuando empezó a funcionar la fábrica de cemento. Con 13 años se vió inmersa, sin quererlo, en la guerra - bando rojo- donde siguió a su hermano militar del ejercito republicano. Una historia apasionante
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Martes, 28 de febrero 2023, 12:29
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Va a cumplir los 100 años de edad y se siente feliz y vitalista, con la mente clara y las ilusiones intactas. Tiene cuatro hijos que le han dado 10 nietos y 8 bisnietos. Mujer vitalista, valiente y tenaz, de fuertes convicciones, amante de la familia de la que se ha convertido en autentica matriarca. De buen gusto, elegante en el vestir, de peluquería semanal y zapatos de tacón alto, hasta que las piernas le dejaron. Presumida, coqueta y adelantada a su tiempo por su manera de ser.
«No me parece que tenga tanta edad porque mi mente sigue activa. Solo la rodilla no me deja llegar adonde yo quisiera… ¡Ay si no fuera por las piernas que cada vez me imposibilitan más!» -empieza diciendo Elvira Ortega Casaú- quien naciera un 9 de marzo de 1923, en Pueblonuevo del Terrible (Córdoba), en aquellos alegres años veinte.
Una mujer valiente y presumida
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«Lo del 'Terrible' fue por el nombre del perro que, escarbando, encontró el carbón que dio lugar a que mi pueblo se convirtiera en un emporio de las minas de carbón en España. Luego se unificó con Peñarroya y el rey Alfonso XIII le dio el título de ciudad».
En Pueblonuevo
El padre de Elvira era un alto cargo en la industria papelera que también se asentaba en Pueblonuevo. Ella estudió en un colegio francés que los dueños de las minas habían creado en el pueblo.
«Era una ciudad muy emergente, con mucha vida por el tema de las minas. El colegio de monjas era de pago y yo estudié lo que se decía entonces cultura general, en la rama de español con la que contaban aquellas monjas a las que recuerdo perfectamente».
Pero la cultura de Elvira fue la misma vida que le empezó a enseñar desde muy pequeña, cuando apenas había dejado de jugar a la 'comba' y al diábolo con sus amiguitas.
Muy aficionada a la lectura
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Su padre, Francisco, viudo, volvió a casarse con su madre, Catalina. La familia estaba compuesta por los tres hijos de Francisco de su anterior matrimonio: Rafael, Amelia y Paca, y las tres niñas que nacieron de esta nueva unión: Elvira (la mayor) Corpus y Josefina.
En la zona republicana
«Mi hermano Rafael, con el tiempo, se hizo militar, se casó y tuvo una niña. El 18 de julio de 1936 yo tenía 13 años y él estaba de permiso en Pueblonuevo con su mujer e hija y, tras estallar el alzamiento, se tuvo que presentar a su acuartelamiento. Pidió que los acompañara mi hermana Paca, pero no quiso y yo me fui con ellos con la incertidumbre de lo que pudiera pasar. Al final pasé los años de la guerra en el bando rojo donde, desde luego voluntariamente yo no quería estar…pero las circunstancias. …»
En principio el viaje iba a ser a Madrid – residencia de su hermano-, pero la situación lo impidió y viajaron a Alicante, donde, tras estallar la guerra, vivieron en un hotel durante algo más de siete meses.
«Así fue cómo una monárquica convencida como yo empecé a pasar la guerra en zona Roja junto a mi cuñada y mi sobrina ya que mi hermano, perteneciente al ejército del aire, estaba en el frente con las tropas republicanas»
En un rincón de la casa de una de sus hijas
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Recuerda Elvira el bombardeo de siete horas que les sorprendió en el cine tras la muerte de José Antonio Primo de Rivera en la cárcel de Alicante.
«Sonaron las sirenas y nos fuimos corriendo a casa. Me acuerdo mucho de aquello, cuando ahora veo a las pobres gentes de Ucrania en plena Guerra. Igual que entonces».
Tras estos meses en el hotel, deciden trasladarse a la casa de unos amigos de su hermano. en Santiago de la Ribera, cerca de la base aérea de San Javier.
«Allí estuvimos año y medio y seguí estando muy lejos de mis padres. Como anécdota te puedo contar que me subí por primera vez en un avión y aunque el piloto hizo perrerías- subía, bajaba, se daba la vuelta- yo ni me mareé. Me pusieron un mono y un paracaídas y, tras la experiencia, estaba tan campante. Pensaban reírse de mí, pero no lo consiguieron»- cuenta entre risas.
La última etapa de la guerra fue muy dura para esta familia ya que corrían serio peligro. Se libraba la batalla del Ebro y salieron por Valencia a Barcelona y de ahí por Porbou a Francia.
La vuelta desde Francia
Durante tres meses estuvo Elvira en Francia y, una vez acabada la contienda, su mayor interés era volver a España, con sus padres. Y ahí es donde esta joven valiente, inicia, con apenas 16 años, un recorrido por toda la península.
«Puse un telegrama a mi padre anunciándole que volvía, pero el telegrama nunca llegó a casa. Lo esperaba en cada estación donde me bajaba, pero no lo encontraba y seguía mi camino hasta que, una tarde, llegue a mi casa en Pueblonuevo. Sonaba el piano, había una reunión de amigos y todos al verme llegar- el 29 de abril de 1939 - se abrazaron sin creer que estuviera allí porque fueron tres años sin noticia alguna. Yo tenía 16 años».
En la postguerra Elvira vivió sin estrecheces en un pueblo donde, por las minas, se sintieron menos 'los años del hambre'.
Sonrisa eterna
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«Poco después de llegar me enamoré de Enrique Munuera que pertenecía a una familia muy amiga de la nuestra. Había sido alférez provisional y terminó de teniente en el ejército nacional en África. El día de la boda, el 4 de octubre de 1946, fue un acontecimiento en Pueblonuevo; él con su uniforme y yo de blanco con mi azahar de pureza cosido al velo. Nos fuimos a vivir a Jaén, aunque íbamos con frecuencia a Pueblonuevo. Por esos mis hijos nacieron en distintos sitios: Beatriz, en Pueblonuevo donde me fui a dar a luz; Mari Carmen y Enrique en Jaén y, ya en Los Santos cuando nos vinimos por la Fábrica de Cemento, nació la pequeña Elvira».
La llegada a Los Santos
Y es que Enrique Munuera se licenció en el ejército y se colocó en Asland, la empresa que puso en marcha y explotó la fábrica de cemento de Los Santos.
«Llegamos a Los santos en 1957. Entonces me encontré con un pueblo más atrasado que el mío y que todas aquellas ciudades que había visto. Pero me amoldé porque, desde el primer momento, fuimos recibidos con mucho cariño por los santeños; un pueblo acogedor y bonito. Aquí he pasado la mayor parte de mi vida, he educado a mis hijos y soy feliz en él»
Cuando llega a Los Santos Elvira y su familia ocupan una de las viviendas de las Casas Nuevas. También ha vivido en la actual calle Correos y en la de Ramón y Cajal.
«Pero hubo una época cuando dos de mis hijos- Enrique y Elvira- estaban en Sevilla -por trabajo y estudio – en que decidimos vivir allí varios años cerca de ellos. Arrendamos un piso en la Avenida de la República Argentina. Luego volvimos a Los Santos a vivir en la casa de los Carrascos, pared con pared con la también centenaria Doña Pepita. En esta casa murió mi marido y, desde entonces, yo vivo sola, en mi piso, de Ramón y Cajal, aunque ahora de manera rotativa – desde hace unos años- estoy temporadas con mis hijos en Sevilla, Los Santos o Campanario… pero a mi casa, donde tengo todos mis recuerdos, me gusta ir a menudo. Ya ves que, a pesar de mi edad, me muevo bastante». Dice Elvira, mientras ojea el libro sobre la Reina Isabel II que ahora está leyendo.
De su estancia en Sevilla le viene a Elvira la pasión por el Betis: «Soy hincha del Betis, por aquello de la rivalidad con el Sevilla, y no sé por qué me decanté por los blanquiverdes. Mi hijo vivía cerca del estadio y yo escuchaba cantar los goles…Joaquín es mi ídolo. Soy socia de la peña Bética de Los Santos y, seguro que la más antigua»- sonríe con gracia.
A Elvira le gusta mucho leer, escribir (ha escrito sus memorias) y cose con habilidad. Tiene la vista perfecta aunque usa gafas. Ve con mucho interés los concursos de la tele. Magnifica conversadora, perfeccionista en sus quehaceres. Se defiende en la cocina especialmente en la repostería.
Estos largos años vividos con su familia en Los Santos han tenido muchos hitos sociales: junto a su marido, fueron los promotores del Casino de Los Santos – Circulo de la Amistad- que fundó su amigo Alcántara. Ella fue la promotora de un grupo de 'bingueras' que perduró más de 20 años.
«Nos empezamos a juntar a jugar al bingo en casa de unas amigas y terminamos haciendo peña en el Casino. Ahí estuvimos más de veinte años». Recuerda.
De naturaleza fuerte como un roble Elvira Ortega goza de buena salud, no se le conocen más dolencias que las del aparato locomotor que reduce su movilidad. Pero cuando se mira en el espejo se encuentra con la realidad de una mujer que fue guapísima.
«No me reconozco en el espejo… ¡Ay Elvira quien te ha visto y quién te ve!»
Y en la despedida las gracias a quienes la rodean «A la familia, a mis hijos, nuera y yernos que tan bien me cuidan, y a la gente de Los Santos que sé que me quiere. Muchas gracias a todos».
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