El cerro del Brujo y Puebla del Maestre, otra conquista de La Verea
Una nueva aventura para los senderistas santeños de la mano del maestro Eloy Manchón
lorenzo montaño
Martes, 17 de abril 2018, 07:46
En esta ocasión pateamos los caminos, senderos, veredas, trochas y cerros de Puebla del Maestre.
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Salimos, como de costumbre, desde el Paseo poco después de las 8:00 h. un total de 12 miembros del grupo (hubo varias bajas de última hora) repartidos en tres de nuestros vehículos particulares.
Tras reunirnos en la plaza de Puebla del Maestre con el guía local de la ruta, Olegario, y tres amigos más de esta localidad, echamos a andar poco después de las 9:00 h.
A las afueras del pueblo pudimos contemplar el torreón que se conserva, en un estado relativamente aceptable, como único vestigio del castillo construido en el siglo XV por el Comendador de la Orden de Santiago cuyo Maestre da nombre a la población.
De ahí nos dirigimos a contemplar, en la explanada de San Isidro, una inmensa encina, declarada árbol singular y lamentablemente dañada por su avanzada edad y quizá por la falta de cuidados (¡conflicto de competencias!).
Seguimos el camino que llaman de San Isidro y topamos con otro enorme e impresionante ejemplar arbóreo que tal vez también merecería la consideración oficial del anterior por su tamaño, porte y belleza. Se trata según nos comentó Olegario de una especie de híbrido de encina y alcornoque al que la gente de Puebla llama "el Mexto" (hemos de suponer que se escriba así, dado que suena a mixto o mixtura, por lo de la hibridación).
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Seguimos nuestro camino subiendo poco a poco al empinado y agreste pico del Cerro que titula la ruta, el punto más elevado -y hay unos cuantos- del término municipal; desde el que pudimos contemplar y fotografiar el amplísimo y espectacular panorama de los valles, cerros y collados que nos circundaba. ¡Sencillamente impresionante!
Bajamos el cerro campo a través y atravesamos los cercados de una finca particular cuyo dueño tuvo la amabilidad de esperar nuestra llegada para permitirnos el paso y acompañarnos un trecho que algunos aprovecharon para esparraguear.
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Nos acercamos al pueblo de nuevo, cambiando el trazado originalmente planteado por el retraso temporal acumulado, y cruzándolo pasamos a visitar un molino de aceite del siglo XIX, el único de tracción animal, perfectamente conservado por su dueño actual, descendiente de su fundador, que también tuvo la amabilidad de esperarnos, recibirnos y explicarnos detalladamente todos los pormenores de la estructura, elementos, funcionamiento y producción del molino, que se podría considerar un pequeño museo temático de carácter etnográfico. Agradecemos las completas explicaciones y afabilidad del propietario.
Y desde allí, pasando por un elevado otero en un terreno propiedad de la familia de nuestro amigo Olegario, desde el cual se divisaba perfectamente la población y sus contornos, regresamos a la plaza de Puebla. Nos fotografiamos delante de la fachada del Colegio Público, espectacular construcción sufragada entre los años 30 y 40 del pasado siglo por la donación particular de Manuel Durán, indiano de la localidad que triunfó en Argentina y se convirtió en hijo predilecto del pueblo, según nos explicó Olegario.
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Y llegó el momento, alrededor de las 14:00 h. de despedirnos y agradecer la amabilidad, afabilidad y simpatía de nuestros cuatro acompañantes locales, separándonos ya de ellos y entre nosotros, pues algunos volvimos a Los Santos y otros se quedaron a comer en Puebla del Maestre.
Habrá que repetir la experiencia.
Hasta la próxima.
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