El Cristo de las Misericordia y la Virgen de los Dolores pusieron la emoción en la madrugada

La sobriedad de la procesión del Santísimo Cristo de las Misericordias inundó la noche y madrugada de Los santos tras su salida por la puerta del perdón, a las once y media de la noche. Solo con el sonido de tambores y un Cristo muerto en la cruz, tendida sobre unas parihuelas portadas por hermanos de la cofradía. Silencio y emoción al ver en la delantera, junto al ramillete de lirios, una imagen de la Virgen de la Estrella, una fotografía, con la que la Cofradía se une al dolor del pueblo de Los Santos por la mutilación bárbara a la que han sometido a la Virgen unos malhechores.

Este año la hermandad de las Misericordias estrenaba hermana mayor en la figura de Rafaela Lavado, quien presidia la procesión.

Los santeños no se quisieron perder el paso de este Cristo, que vino de las indias y es de pasta de papel y que no deja a nadie sin algún sentimiento.

Mucho orden, mucho silencio y mucha alma de cofradía en esta antigua hermandad santeña.

Y tras el Cristo la Virgen Dolorosa, espléndidamente vestida, con su paso plateado, la corona de reina y una gran profusión floral