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Imagen del Capricho Lucio Poves
El Capricho de Cotrina, cómo vivir en una fantasía sin salir de casa
En la prensa regional

El Capricho de Cotrina, cómo vivir en una fantasía sin salir de casa

El periodista de HOY Juan López Lago lo ha visitado dentro de su recorrido por lugares con encanto en la región ·

La Alicia del País de las Maravillas eligiría para vivir esta casa que deja asombrados a los visitantes, incluidos arquitectos y constructores.

Juan López Lago

Lunes, 5 de agosto 2024, 13:16

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Hay un lugar en Los Santos de Maimona –en realidad es una casa– que hace girar el cuello. La sola contemplación del vallado de esa parcela de 5.000 metros cuadrados da pistas de que el interior es diferente, lo más cercano que existe en Extremadura en cuanto a fantasía arquitectónica. El lugar se llama 'El capricho de Cotrina' y es uno de los motores económicos de este pueblo de Badajoz pues quien va a otros destinos, ya sea el balneario de El Raposo o el restaurante Agatxao, para antes o después en esta casa y así aprovecha el viaje.

Francisco González

Empecemos por el principio. Francisco González Gragera es apodado Cotrina en su pueblo, Torremegía, de donde un día emigró con su familia hacia el País Vasco. Nació en 1935 y era el mayor de seis hermanos, así que se dedicó al campo por necesidad, pero lo que le gustaba era la albañilería. Tuvo siete hijos y cuando regresó a Extremadura montó una empresa de mármoles y eligió por ubicación estratégica Los Santos de Maimona. «Mi padre siempre fue diferente y quería tener una casa diferente, así que dibujó unos bocetos y entre los 50 y los 65 años venía a esta parcela que al principio no valía para nada a poner en pie su proyecto domingo tras domingo», relata Pilar, una de sus hijas.

En septiembre hará ocho años que falleció Cotrina, y entre ella, su pareja y su hermano han continuado haciendo realidad esta casa que recuerda a Dalí por la técnica del trencadís (variante modernista del mosaico), pero que los especialistas han concluido que es única y con un estilo personal propio.

El autor murió hace siete años, era autodidacta y su proyecto lo continúan los hijos

Destellos

Formas orgánicas como flores, plantas y animales, colores vivos y brillantes, detalles ocultos que se desvelan en las visitas guiadas asombran una y otra vez a quien recorre el Capricho de Cotrina. No hay apenas un ángulo recto en una casa que tiene piscina con cascada, cenador en lo alto con columnas que son patas de elefante, un pasillo de doce metros que es un gusano gigante que va a parar al dormitorio principal, ubicado en la cabeza. Una tortuga corona la chimenea y una puerta única de 400 kilos se abre y cierra gracias al eje de un camión, por citar uno solo de los muchos materiales reaprovechados, desde macarrones a vasos de tubo para las molduras. En su interior están los bocetos y los textos de doctores universitarios valorando esta obra inacabada.

«Todo esto estaba en su imaginación», dice Pilar con orgullo sobre un padre autodidacta cuyas técnicas de enfoscado de paredes han sorprendido a constructores y arquitectos, por no hablar del técnico municipal encargado de tomarle las medidas al Capricho cuando consiguió la cédula de habitabilidad.

La familia se siente ignorada por las administraciones y anota las reservas para ver el Capricho a través del 651023004. Cobra la voluntad por las visitas guiadas, dinero con el que siguen comprando materiales para poder concluir la gran obra soñada por este extremeño

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