El pasado martes se celebraba el último y más emotivo homenaje de los que ha recibido en las últimas fechas el gran maestro Don Antonio Martínez, fue en su casa, en el pabellón municipal que lleva su nombre desde hace ya unos años.
LORENZO MONTAÑO
Jueves, 15 de agosto 2019, 11:36
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Don Antonio, como todos le hemos conocido y llamado al maestro, tuvo la suerte de verse homenajeado en más de una ocasión en vida, que es donde las personas merecen ser reconocidas y rodeado por cientos de santeños, a los que enseñó todo lo que sabía.
Sus pupilos de siempre, los de antes y los que siguen reconociendo su legado de ahora, no podían dejar pasar el momento y rodeados de su hijo Antonio Martínez Ronquillo y demás familiares, hicieron un parón en la Summer League para honrar la figura de tan entrañable persona, donde más lo merecía, en el lugar donde tantos y tantos días disfrutamos de su maestría en los últimos años de su docencia.
Muchas fueron las generaciones de chicos y chicas que lo tuvieron como maestro dentro de las aulas, pero aquellos que no tuvieron la suerte de aprender en el Juan Blanco con sus lecciones diarias, quedaron abiertos a disfrutar por su amor al deporte en general y al baloncesto en particular, a competir, a valorar, a saber lo que es jugar equipo.
El próximo lunes 19 de agosto a las 21 horas en la parroquia se celebrará la misa en honor a Don Antonio, organizada por los amigos santeños.
Desde el Club Baloncesto Maimona nos cuentan que «Nunca olvidaremos esas tardes de baloncesto en el Juan Blanco, esos entrenamientos, partidos y desplazamientos llenos de momentos inolvidables con frases tan suyas como: «dos metros de tío para tirárselo a los guarros» o «esas manos llenas de dedos» cuando se te escapaba un balón.
Hay veces que por suerte los reconocimientos y agradecimientos se hacen en vida y, en este caso, Antonio ha sido consciente del cariño que toda la familia del baloncesto le ha tenido, le tiene y le tendrá siempre.
Él lanzó el balón al aire para que empezara el partido y, a día de hoy, seguimos jugando. Esperemos que en honor a él, nunca llegue el pitido final.
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