Borrar
Patio del Santuario de la Estrella
Ha muerto Emilia Roblas, la que durante muchos años fuera ermitaña de la Virgen de la Estrella

Ha muerto Emilia Roblas, la que durante muchos años fuera ermitaña de la Virgen de la Estrella

Ha muerto Emilia Roblas una de las ermitañas de la Virgen que más años vivió pared con pared con la Virgen de la Estrella. Hace algunos años entrevistábamos a Emilia y a su marido Leopoldo- también desaparecido- y nos acercábamos a la personalidad de esta mujer amable que fue guardiana de las tradiciones de una ermita tan visitada por todos.

LUCIO POVES

Sábado, 16 de junio 2018, 11:29

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Al entierro celebrado este sábado han acudido muchos devotos de la Virgen que la recuerdan durante los más de treinta años que vivió junto a la Patrona del pueblo y llevando a los enfer4mos la imagen de la señora en una hornacina. Una extensa familia la ha despedido hoy en la parroquia con unas cariñosas palabras del párroco Leonardo Terrazas.

Reproducimos la entrevista que hacíamos a Emilia y a Leopoldo.

La mas dilatada vida de unos ermitaños junto a la Virgen de la Estrella a lo largo del último pasado siglo la protagonizaron Emilia Roblas y Lepoldo Lavado quienes permanecieron 33 años junto a la Patrona y que todavía -disfrutando de sus 22 nietos- vivieron muy cerca de Ella en una huerta del camino.

Yo entré en el año 57 - nos relataba hace unos cuantos años Emilia- siendo Don Cristino Acedo el mayordomo; traía ya tres hijos y allí, entre aquellas cuatro paredes que por entonces estaban todavía muy mal, nacieron cuatro hijos más.

Ella se encargaba de vender en la plaza los productos de la huerta la Virgen- tres cuartilla de terreno aclaraba Leopoldo también ya desaparecido- entre ellos las famosas brevas y repartía la leche y algunos quesos de las dos vacas con las que llegaron; al final consiguieron reunir otras dos vacas más. También por los días de la Novena de la Virgen, la chiquillería compraba las zamboas y los membrillos que se criaban en la huerta.

Así íbamos tirando explicaba entonces Emilia- y con las diez pesetas que me daban diariamente

Emilia y Leopoldo -junto al resto de sus hijos vivieron los momentos más brillantes del marco incomparable del patio del santuario de Ntra. Sra. de la Estrella en la época de los Festivales de España y las Fiestas de la Vendimia, el traslado de los restos del Padre Luis o la concentración de Alféreces Provisionales. Ellos fueron los últimos hortelanos de la huerta la Virgen ahora convertida en una importante zona de expansión en el antepatio.

Al principio vendían velas y terminaron ofreciendo - en una especie de tienda que en la actualidad está muy surtida- medallas y recuerdos del Santuario y de la Estrella.

Como sus antecesoras en la tarea, Emilia hacia cada mes el recorrido con la capilla de la Virgen chica y nos contaba en aquel reportaje, como la propia Virgen le guió sus pasos hasta la casa del Padre Luis horas antes de que este muriera.

Ese dia no tenía pensado llevar a la Virgen a en ese momento pero la Virgen parece que me llevó hasta allí. El padre Luis al ver la imagen de la Virgen de la Estrella se inundó de gozo y preguntó quién se la había llevado. Allí la dejé como hacia siempre con los enfermos y poco después murió.

Y Leopoldo recuerda su época en que, además de ordenar y preparar los regalos del ramo, los subastaba en las noches de la fiesta.

UNA VECINA MUY ESPECIAL

Ahora una de sus hijas, Manoli Lavado Roblas, sigue la tradición y lleva años siendo la más cercana de las vecinas de la Virgen de la Estrella: una vecina muy especial. El más pequeño de sus hijos nació en la casa que todos conocemos como la de la ermitaña situada -como saben- en la zona donde se celebra el Ramo de la Virgen y que, en los últimos años, ha sufrido una transformación que la hace mucho más confortable. Allí, ella y su marido, viven con sus hijos

Manoli ya ha conocido uno de los más grandes acontecimientos ocurridos junto a su casa- la Coronación de la Virgen- y asegura que desde que nació allí nunca se ha separado de la imagen de Nuestra Señora de la Estrella; será por ello- dice sin rubor- que no reza a la Virgen: solo le hablo y le cuento mis cosas. Y es que no podía ser de otra manera cuando se trata de buenas vecinas que llevan muchos años viviendo pared con pared.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios